Preguntas sobre fotografía
¿Estudiaste fotografía?
Realicé tres cursos de iniciación con tres fotógrafos pero no estudié fotografía.
Soy autodidacta.
¿Cuándo te iniciaste y por qué?
La verdad es que mi relación con la fotografía comenzó de una forma un tanto rara. Era algo que ni me había planteado.
Comenzó cuando David, un compañero de trabajo, se compró una nueva cámara. Él era un apasionado de la fotografía y posterior revelado, y pronto me contagié de su pasión. Me compré la misma cámara que él, una Nikon FG20.
Puede que en los inicios utilizara la fotografía para sosegar los duros años de mi niñez y adolescencia porque me aportaba tranquilidad. Lo que sí tengo claro es que aquella utilidad inicial se convirtió en pasión cuando decidí encaminarla hacia lo humanitario.
Siento que estoy en deuda con la vida por esta oportunidad.
¿Qué pretendes transmitir con tu fotografía?
Es una de las dos preguntas que más me gustan porque la respuesta es breve y directa.
Intento que mi fotografía transmita, principalmente, la humildad con la que viven su situación esas personas a las que el mundo ha dado la espalda.
¿Por qué fotografía humanitaria y retrato de viaje?
Es mi pregunta preferida.
Fotografía humanitaria porque hace años entendí que la abundancia de la que yo formaba parte se debía a las carencias de millones de personas. Porque me siento en deuda con ellos. Porque tengo en mis manos un arma tan poderosa que incluso puede llegar a darles esa voz que por derecho les corresponde. Porque debemos aunar fuerzas para terminar con la indiferencia. Porque es un deber.
Al menos en mi caso, el retrato va totalmente ligado a la fotografía humanitaria porque existe una convivencia y preocupación por la situación de éstos. El retrato de viaje puede expresar perfectamente la situación y necesidad del individuo a través de su expresión, de sus arrugas y especialmente de su mirada.
¿Cómo definirías al fotógrafo humanitario?
A mí me gusta decir que de alguna forma somos uno más de los tantos guardianes de los Derechos Internacionales de aquellos a los que se les vulnera.
A mi entender, fotógrafo humanitario es aquél que, bajo el más absoluto respeto a la dignidad de la persona o grupo de personas, intenta prevenir o poner fin, a través de sus imágenes, a las violaciones reales de los Derechos Internacionales.
Hacemos fotografía para atraer la atención de personas o grupos con el fin de que se cambien comportamientos y se respete el Derecho Internacional humanitario.
¿Tu condición de fotógrafo te ha causado problemas en algún país?
Es cierto que en muchos países, principalmente aquellos con falsa democracia o dictadura, las personas que llegamos con intención de informar sobre la situación de los ciudadanos o del propio país, no somos bien recibidos por parte de los gobiernos. Más aún cuando hablamos de Derechos Humanos.
Por norma general, cuando entras en un país suelen preguntarte a qué se debe tu visita y yo siempre respondo con la verdad. Durante
la vuelta al mundo en la que estoy innerso, son varios los puestos fronterizos en los que he sido interrogado después de responderles que viajo con un proyecto personal por los Derechos Humanos, pero antes o después siempre obtengo el permiso de entrada.
Por poner un ejemplo, entré en
Sierra Leona en el año 2014 y estuve un mes y veintitrés días recorriendo el país, de izquierda a derecha y de norte a sur, intentando localizar algún ex niño soldado de la guerra civil para escuchar su historia personal. Lo conseguí, pero eso me costó ser sometido a treinta y tres interrogatorios, de entre cuatro y ocho horas, por posible vinculación al grupo terrorista Al Shabab. Esto lo cuento en dos posts en mi
blog.
¿Con qué lentes trabajas?
Suelen llamarme loco bastante a menudo porque la lente con la que más cómodo me siento es la 10-20 mm, que ni mucho menos se acostumbra a utilizar para retratos.
Es la que más utilizo porque necesito hacer mi trabajo lo más cerca posible de esta gente. Además nunca disparo la cámara en las primeras horas de convivencia, por respeto y porque con los años he aprendido a que todo llega si tiene que llegar. Esto a ellos les genera esa tranquilidad tan necesaria para que la imagen transmita lo que pretendo.
¿Cómo consigues esas expresiones tan naturales?
Esta pregunta va ligada a la anterior.
Además de lo anteriormente dicho, convivo con ellos en sus chozas, en la calle y esquinas con la misma humildad que ellos.
Trabajo junto y para la gente más humilde que hay en el planeta. Por lo general, almas convencidas de que lo tienen todo perdido. Personas con problemas reales, muchos con difícil solución, que la mayoría de nosotros seríamos incapaces de soportar unos días. Familias que saben son indiferentes para el resto del mundo. Ellos necesitan saber que su imagen servirá al menos para que el mundo sepa que ellos también son parte de él. Y yo me preocupo de que tengan la certeza de que así será. Mejor o peor, pero hago por cumplir mi palabra.
Alrededor del 95% de mis fotografías las tomo mientras convivo con ellos en su entorno natural.
El viaje lo estoy llevando a cabo sobre una bicicleta, lo que me permite entrar en sus vidas suavemente, sin presión. La convivencia nos permite mirarnos a los ojos con respeto, incluso conocernos íntimamente.
Esta forma de actuar me permite conectar con ellos y que nos vean a la cámara y a mí como lo que somos: amigos.
¿Cómo consigues contactar con las personas y llegar a conocer sus historias?
Esta es la pregunta que con más frecuencia me hacen.
Tengo mi forma de operar antes de decidir a qué zona del país dirigirme. Es arriesgada pero me funciona.
Obviamente, antes de entrar en un país me informo sobre su situación, pero para confirmar la veracidad de ésta, en los pasos fronterizos terrestres suelo pedir a los policías que me indiquen en el mapa las zonas con menos recursos. Y la mayoría suele hacerlo sin problemas.
En casi todos los países que visito, principalmente aquellos en los que el inglés no es la lengua oficial o secundaria, suelo acudir al periódico de más tirada del país, o del estado, para proponerles una entrevista o reportaje que después cargo conmigo en la bicicleta para darle, en su momento, el uso que corresponde.
Además de esto, siempre realizo las paradas en pequeños pueblos o aldeas con pocos habitantes. Suelen ser los más humildes de la zona que previamente me han indicado en el paso fronterizo. Pero por lo general necesito que dispongan de escuela. Es entonces cuando doy utilidad a esos recortes de periódico que cargo conmigo.
Un alto porcentaje de la gente con la que convivo no sabe leer o escribir, o sencillamente ninguna de las dos opciones. Las visitas a escuelas son parte imprescindible del viaje, ya no sólo por conocer de primera mano la cantidad de niños sin escolarizar, también porque necesito de los profesores para conectar con los niños y resto de habitantes que se acercan a la escuela para conocer al loco que ha llegado al pueblo sobre una gran bicicleta.
En muchos casos los profesores no hablan inglés, o sí pero muy básico, y los recortes de periódico son el medio para que entiendan bien el motivo de mi visita, de mi viaje. Una vez que la gente ha entendido la razón que me lleva hasta ellos, varias personas o familias se ofrecen a compartir conmigo su día a día, su historia, su situación y necesidades. Siempre dejo que sean los propios profesores quienes decidan junto a quiénes voy a convivir. Por norma general, éstos conocen bien la situación de cada niño o niña y su familia, principalmente la de aquellos que sufren los problemas más serios.
Durante los días que convivo con la persona o familia, los profesores suelen visitarme a menudo para confirmar que todo va bien y ayudarme con la labor. Es un proceso bastante laborioso, pero el esfuerzo merece muy mucho la pena. ¡Vaya que sí merece!